En 1998, BMW adquirió los derechos para fabricar autos bajo la icónica marca Rolls-Royce, marcando un punto de inflexión en la historia de la automotriz británica. Desde entonces, Rolls-Royce ha pasado de ser un nombre asociado a lujo rancio a convertirse en un referente de lujo moderno, avanzando a la par de las demandas del mercado automotriz de alta gama.
Bajo el liderazgo de BMW, la marca ha mantenido su esencia artesanal mientras adopta tecnologías de vanguardia, redefiniendo su enfoque hacia un segmento más joven y dinámico de clientes. Un ejemplo perfecto de esta evolución es el Black Badge Ghost Series II, que encarna el equilibrio entre tradición y modernidad con un enfoque inquebrantable en la potencia y el rendimiento.