Subaru es una marca ecléctica, hace autos raros cuya principal virtud radica en un motor bóxer y un desempeño notable, más allá, mucho más allá, de su apariencia.
Altamente identificado por una generación que creció jugando videojuegos —que sirvió de método de difusión y probablemente exageraba un poco las cualidades dinámicas de los autos, especialmente los japoneses— Subaru construyó un buen prestigio.