Reinventar una marca no es nada
sencillo, sobre todo si se trata de una de nicho cuyo encanto se basaba en la manufactura artesanal y un paradigma inamovible de peso ligero que, si bien seguía la doctrina de Colin Chapman, limitaba la competitividad de sus productos, sus comodidades y prestaciones contra los competidores alemanes e
italianos de la actualidad.