¿Qué
pensamos cuando un fabricante automotriz anuncia el llamado a revisión de autos?
Hay
quien piensa que la marca es muy consciente de sus fallos de fabricación y
desea corregirlos y proteger el bienestar de sus clientes antes de que este
problema en particular genere una complicación mayor. En la otra cara de la
moneda están quienes creen que los fabricantes sacrifican calidad de las partes a fin de maximizar la utilidades finales esperando que la resultante no sea trágica.
Y la percepción
general entiende que un recall se debe a una falla que el fabricante desconocía.
Aunque esto último podría no ser del todo verdad.
Aunque esto último podría no ser del todo verdad.
Los
fallos de calidad que provocan recalls están directamente relacionados con la
importancia del fabricante porque el impacto económico de estos es directamente
proporcional al volumen de unidades vendidas.
¿Están
los gigantes dispuestos a absorber estos enormes gastos que van en detrimento
directo de sus utilidades netas?
Teníamos
la percepción universal de que si, pero recientes polémicas legales de alto
nivel en Estados Unidos podrían hacernos cambiar de opinión y demostrar lo
contrario.
Entre
los casos que podrían probar este argumento podemos citar dos muy notorios;
El
primero es el caso de “los tapetes aceleradores” de Toyota, un asunto que ha
durado 7 años desde que el primer fallo reportado se presento y que a la fecha
le ha costado a Toyota poco menos de 1,300 millones de dólares entre multas,
indemnizaciones y gastos legales además del remplazo de pedales en más de 10 millones
de unidades afectadas.
Además
Toyota ha sufrido en su imagen de marca ya que según apuntan las investigaciones
de la NHTSA (National Highway Traffic
Safety Administration) Toyota pudo haber ocultado que sabía desde un
principio que el problema de aceleración espontanea en algunos de sus vehículos
no era provocado por los tapetes, como el fabricante se cansaron de pregonar. A
lo anterior se suma el hecho de que Toyota no dio a conocer el número verdadero
de unidades afectadas por el problema en el mecanismo de sus pedales poniendo
en riesgo potencial a un buen número de sus clientes.
Otro
ejemplo de llamados a revisión masivos y manejados de manera poco transparente
son las recientes campañas masivas de GM que fueron generadas durante la gestión
de la GM pre-bancarrota y mientras el gobierno de USA fue propietario
mayoritario de la marca, pero que han salido a la luz una vez que GM retorno a
un esquema privatizado y se ha convertido en el bautizo de fuego para Mary
Barra, quien como nuevo CEO de la empresa ha tenido que afrontar problemas de
calidad que no se generaron durante su gestión y que impactaran fuertemente los
resultados económicos de la empresa.
El
problema a adquirido tal magnitud que Incluso Barra deberá de testificar ante
una comisión del gobierno de los Estados Unidos acerca de cómo la empresa ha
venido manejando el asunto de la campaña de los interruptores de encendido y las soluciones a la misma.
Barra
tendrá de ser lo suficientemente hábil para sacar a su empresa y a ella misma,
bien librada de un asunto que luce como la resultante detallada de un minucioso
plan para que el Gobierno estadounidense
burlara su propia legislación y órganos de autoridad, evitando pérdidas
acumuladas durante su gestión, y la afectación del valor de los papeles de la
empresa al momento de la re privatización desahogando la responsabilidad en una
nueva entidad corporativa totalmente privada con Barra al frente que luce como
la candidata perfecta para ser la víctima inocente de este complejo asunto que
inicio en el 2001.
Hay
que recordar que Barra asumió la posición de CEO en GM apenas en Enero de este
año y en el lapso de menos de 3 meses ha
debido ya de disculparse por 12 fallecimientos relacionados a esta falla y que
a la fecha ha sido causa de llamado a revisión de 1.6 millones de autos.
Podría
pensarse que este es una situación exclusiva de GM o Toyota. El hecho es que
puede estar sucediendo de manera similar con otras marcas y la NHTSA está
buscando seguir sentando precedentes para que en el futuro el consumidor final
pueda recuperar la confianza en una industria que enfrenta hoy retos de
transformación y rentabilidad más complejos que nunca.