Ubicada en algún lugar entre Chevrolet y Cadillac, y dirigida a un público adulto, de ingresos medios, Buick ha ido apagándose lentamente.
Es cierto que en algunos países, algunas consultorías ubican a Buick en una posición alta en cuanto a calidad de servicio, pero eso se explica fácilmente cuando las cifras de ventas salen a relucir. No es lo mismo atender a un cliente al día que atender a 50.
Dicho lo anterior debemos platicar que, Buick se ha dado cuenta de lo anterior y presentó el Wildcat EV Concept, un vehículo de concepto que, como es costumbre con GM, difícilmente llegará a producción. Y si lo hace, llegará tan “normalizado” que apenas podría presumir algunos rasgos de este vehículo.
Lo primero que presume el Wildcat, es el nuevo logo de Buick que a las nuevas generaciones les representa poco o nada. Lo demás es una mezcla ecléctica de características modernas y agresivas con tendencias Art-Deco.
La configuración es de Coupé 2+2. Con un mix estético muy controversial. El frente, por ejemplo, podría estar bien en un coupé de Aston-Martin o en un Lucid Air.
Tiene disposición vertical, albergando una parrilla inferior, extraña en un vehículo electrico, pero que adelgaza la imagen frontal, haciéndole lucir más agresivo y bajo de lo que es realmente.
Esta parrilla esta flanqueada a cada costado por unas molduras en aluminio que abrazan unos aparentes ductos de enfriamiento para los frenos y que complementan la visión agresiva del frente.
Si hay un aspecto bien logrado de este auto, este es, precisamente la imagen delantera. Y hasta aquí todo muy bien. Es una imagen frontal muy atractiva.
El encanto frontal, que podría estar más en su lugar en un coupé de lujo para dos pasajeros, se distorsiona en el perfil.
A su favor podemos decir que las líneas y volúmenes son suaves desde el horizonte de las ventanillas laterales y hacia abajo, donde el único rasgo extraño es la línea inferior de carácter, a la altura del estribo que se eleva gradualmente hacia atrás y da la sensación de estar superpuesta en el auto.
Sin tomar en cuenta ese extraño estribo, el resto de líneas fluyen aceptablemente interrumpidas solamente por los enormes arcos que albergan unas barrocas y masivas ruedas cromadas.
Las enormes puertas de apertura extraña, hacen lucir las dimensiones distorsionadas. Pero es la parte superior de la cabina la que rompe la imagen del perfil.
El parabrisas envolvente abraza los postes A, y desde allí cae suavemente hacia atrás hasta que esta caída se rompe por que la ventanilla lateral trasera cae en ángulo distinto a partir del poste B, transformándose, casi imperceptiblemente en un robusto poste C, que se une a la carrocería hasta detrás del eje trasero.
Los costados son musculares y prominentes, justo para albergar unas lámparas traseras en forma de boomerang que recuerdan entre otras cosas a la configuración de las lámparas traseras del Nissan 370Z o en el peor de los casos a los de una Honda CR-V.
Y aquí habría que hacer una anotación importante, el Buick Wildcat Concept en su parte trasera es muy confuso, y no porque no esté bien lograda, sino porque no parece ser un conjunto estético congruente con el resto del auto, desde atrás luce como un Volvo V40 muy grande. Y no es que esto sea malo, pero como ya mencionamos antes, parece no encajar en la imagen completa del auto.
Su diseño interior hace gala de la libertad creativa que se dio al equipo de diseño de interiores:
Pantallas enormes incrustadas en un tablero retro muy extraño, casi tan extraño como el volante y con unos asientos muy radicales y con unos cinturones de seguridad en rojo que deben haber sobrado en los inventarios de partes para Corvette y que ningún cliente quiso en su auto además de terminados cromados por todas partes hasta detrás de las cabeceras de los asientos que parecen podrían desnucar a los pasajeros en caso de colisión.
Y puede que estemos equivocados, pero es que la gente de Buick paso tanto tiempo sin trabajar en un nuevo auto, que las claves de diseño de la marca son ya muy viejas como para evolucionarlas de golpe en un concepto.
No es que el auto sea feo, pero para el target de clientes de Buick, corren el riesgo de que pase lo mismo que sucedió con el Cadillac ELR, que fue tan radical y avanzado, que el cliente estándar de Cadillac, un estadounidense de entre 40-60 años no estaba preparado para semejante diseño.
Y seamos honestos, los pocos clientes que pueden pensar en un Buick podrían en el futuro buscar un sedán ya que poco a poco GM se queda sin opciones en este segmento, pero parece que un diseño que mezcla tantos ingredientes en un solo paquete, termine por no convencer a nadie. El equipo de diseño parece que no se decidió entre un sedán, un coupé o incluso un hatchback y por si fuera poco, la posición del Buick en el portafolio de GM esta muy comprometida entre sus marcas como para tener espacio para hacerse de una personalidad distinguida y propia.
Como ejercicio de diseño es interesante y da a una red de distribuidores moribunda, motivos para soñar. Como automóvil de producción seria muy complicado colocar cantidades que justifiquen su producción en serie.
Créditos:
Imágenes: Buick.