Cadillac recientemente develo el Celestiq Show Car, que, como la misma designación del vehículo lo indica, es únicamente una demostración de capacidades de diseño y desarrollo que en el futuro podrá influir en algunas claves estéticas de los modelos de producción de la marca de lujo de General Motors.
De acuerdo a Magalie Debellis, Gerente de Cadillac Advanced Design, el Celestiq -Trae a la vida la expresión más integrada de diseño e innovación en la historia de la marca, fusionándose en una declaración definitoria de un verdadero buque insignia de Cadillac-
La configuración del auto, incluso para un concepto, difícilmente encontrará un referente estético en modelos históricos. Eso es, por una parte muy bueno, ya que Cadillac debe buscar nuevos estándares sobre los cuales sentar una nueva imagen de lujo inspiradora para sus clientes, aunque por otra, siembra la incertidumbre de saber si Cadillac sigue una ruta estética definida, o solo va dando tumbos.
Dentro de los pocos aspectos técnicos que un Show Car puede presumir, se menciona que el Celestiq cuenta con materiales y tecnologías innovadoras. 5 pantallas led interactivas de alta definición, Techo de cristal inteligente que permite 4 zonas diferentes con persianas digitales y tecnología de privacidad activa y Ultra Cruise, el siguiente paso de asistencia al conductor de GM.
Si bien, Cadillac ha bautizado este vehículo como un Show Car, se indica también en las comunicaciones del fabricante que la disponibilidad será anunciada en el futuro.
Diseño:
El uso de la plataforma Ultium de GM en este vehiculo es evidente en sus dimensiones. Es un auto grande y, a primera vista bien parecido. Cadillac abandona el Art&Science de una vez por todas, para tomar nuevas direcciones. El frente, evidentemente recuerda al Lyriq. Se sigue utilizando el frente para montar la simulación de una parrilla de enfriamiento, que es parte de la identidad de la marca coronada con el emblema de la casa con un tratamiento monocromático. Las molduras triangulares que flanquean la imagen delantera albergan elementos luminosos verticales.
El perfil es largo. Muy extendido. Fluye elegantemente desde el parabrisas muy inclinado, hasta la defensa trasera. Solo el poste C, interrumpe las líneas. Sin embargo, es sinsabor. No hay un solo elemento que lo identifique como Cadillac. Podríamos presentar la imagen de perfil como la de un automóvil de cualquier otra marca, y tampoco tendríamos un elemento visual de identidad de marca.
Las ruedas, como en todos los
prototipos recientes de General Motors, son visualmente muy recargados.
El peso visual de este auto recae en las ruedas.
La parte trasera, como ha sucedido históricamente con los conceptos de General Motors, experimenta con las formas y volúmenes. Tal vez se puso como benchmarking el Panamera de Porsche, pero en el Celestiq la confusión llega al punto de no saber si se trata de un sedán, un gigantesco hatch o una wagon, rematadas con una copia a escala de las luces traseras del Lyriq, que de mas esta decir, no son atractivas.
Una de las claves visuales mas reconocidas de Cadillac son las luces traseras verticales. Y las luces montadas a lo largo de los costados y que se elevan sobre el poste C, reducen la visibilidad, le dan a este componente una obesidad innecesaria y grotesca.
No hay conexión entre el enorme cristal trasero que cae suavemente hasta la defensa trasera y las luces angulares y fuera de una posición “natural” o al menos convencional.
Otro aspecto descuidado, es que el dinamismo de la imagen del perfil de un auto, recae en la altura creciente de la carrocería, desde el frente angular, hasta el trasero alto y voluminoso. El Celestiq hace lo contrario. Su imagen va perdiendo altura conforme se acerca a la parte trasera, restándole fuerza y dinamismo. Luce antiguo y débil.
Los “boomerangs” luminosos incrustados en la parte inferior trasera, son muy extraños e innecesarios si se tuvieran lámparas traseras convencionales. Lo que no tiene el Celestiq. Están allí solamente por que las lámparas superiores tan extrañas, no cumplen con su función.
En cuanto a los interiores, parece que los hubiera diseñado Elvis. Son una abrumadora cantidad de cromo, textiles rojo sangre y elementos luminosos que estarían muy bien en un bar de nudistas, pero en un Cadillac, están completamente fuera de lugar.
Honestamente, si el auto no brilla por su diseño exterior, tampoco lo hace por dentro. El interior es horrendo. Un exceso total. Piel blanca y aluminio cepillado habrían estado mucho mas acordes con la imagen del exterior.
La plataforma Ultium y la reciente presentación del Buick Wildcat, denotan una marcada unión genética y da la sensación de que se presentaron varios diseños sobre la misma plataforma y se adaptó la que más parecía identificarse con una marca determinada.
Cadillac merece un poco mas de distinción y buen gusto. Derivar la imagen del Celestiq del Lyriq, no parece ser la mejor opción. Pero ya son varias décadas en las que vemos a Cadillac aspirar a convertirse en un verdadero rival de ejemplares germanos del mismo segmento sin éxito.
Elvis sin duda feliz. Pero El Rey nuca fue un ejemplo de buen gusto.
En honor a la verdad, este auto tiene aspectos atractivos en su exterior. El interior esta para el olvido. Pero no corresponde a lo que un Cadillac debería de ser.
Créditos:
Imágenes: Cadillac.