Hay
señales que desde la distancia pueden ser vistas claramente y sorprende que
algunos expertos de la industria no los quieran ver.
Durante
la etapa de restructuración de General Motors, después de haber caído en banca
rota, el gigante americano buscaba compradores muy ingenuos para quedarse con
Hummer, Opel y Saab.
Nadie
fue lo suficientemente inocente o ambicioso como para firmar un acuerdo digno
de los mejores depredadores con el que GM y el gobierno Estadounidense
pretendían deshacerse de las obligaciones millonarias contraídas por estas
marcas…
¡Nadie
excepto Victor R. Muller!