El
Mustang como tal, siempre ha sido un derivado de un sedán con un diseño atractivo
y seductor. La mezcla perfecta entre rendimiento, civilidad e imagen que ha
enamorado a entusiastas generación tras generación desde hace poco más de 50
años.
Parte
del encanto del Mustang es esa eterna rivalidad con el Chevrolet Camaro, una
rivalidad que además de ganar ventas ha permitido a cada uno de los fabricantes
crear una imagen de producto y refinar las prestaciones de sus respectivos
deportivos buscando superar constantemente a su contraparte.
Entre
las características que siempre se busca mejorar, claro está, se encuentra el
desempeño.