Había sido un domingo trágico. Los diarios en México y en el mundo no tardaron en relatar los sucesos. En algunos medios internacionales se leyó:
-El gran volante mexicano, Pedro Rodríguez, murio hoy en un hospital de Núremberg, unas horas después de haber sufrido un accidente en una carrera de la serie Europa. Tenía 31 años de edad.-

El accidente ocurrió en la pista
de Norisring, en la misma ciudad Baviera, cuando el Ferrari que conducía sufrió
un reventón de neumático y se precipitó sin control contra el muro de
contención, para arder en llamas casi de manera inmediata.
La tragedia ocurrió en la duodécima vuelta de 3.93 kilómetros, cuando según la declaración emitida por los organizadores, el coche de Rodríguez sufrió el reventón de una de las ruedas delanteras al entrar en una curva. Al acercarse a la curva derecha, el Ferrari de Rodríguez se precipitó contra un muro de contención, al parecer a consecuencia de una pinchadura de llanta.
El automóvil se incendió
instantáneamente. El mexicano fue rescatado inmediatamente y llevado a una
clínica, dijo el primer comunicado oficial. Un vocero de los organizadores
informó que un Porsche chocó levemente contra el Ferrari de Pedro, pero sin causarle
demasiados daños otra versión señaló que el Ferrari de Pedro se estrelló contra
el muro de contención de la cuneta. Rebotó y se precipitó sobre la pista,
estallando en llamas. Cuando un controlador de la carrera, jugándose la vida,
consiguió llegar a los restos del bólido, sólo pudo sacar a duras penas un
cuerpo inerte y desmadejado que poco después fallecería en el hospital. -
La muerte de un personaje
sobresaliente en el deporte es siempre un suceso lamentable, el caso de Pedro
Rodríguez lo fue aún más. El deporte motor en el México de aquellos años se construyó
a mano por hombres que perseguían un sueño, héroes de carne y hueso que dejaron
la piel por una vocación con olor a gasolina y caucho quemado. Hombres que
compitieron en las pistas contra sus adversarios y todas las posibilidades.
Uno de estos hombres, el más
legendario y mítico fue Pedro Rodríguez de la Vega.
Pedro nació en la Ciudad de
México y fue desde niño un apasionado de la velocidad en cualquier tipo de
vehículo, bicicletas y motocicletas en su infancia y juventud y más tarde los
autos.
Inicio en las competencias
automovilísticas gracias al apoyo económico de su familia, principalmente de su
padre quien invirtió enormes cantidades de dinero para apoyar a Pedro en la
incursión en un deporte bastante costoso en épocas en la que los esquemas
actuales de poderosos patrocinadores eran simplemente inimaginables.
Su debut internacional se dio
cuando Pedro contaba apenas con 18 años en categorías como la Sport Prototipos
más tarde, en la edición de 1958 Pedro hacía ya su debut en LeMans y un año más
tarde correría en la misma justa al lado de su hermano Ricardo.
De Pedro Rodríguez se decía que
era un tipo fascinante, un hombre de excelentes gustos en el vestir, popular
entre las damas, temerario y que en cada viaje se acompañaba de una botella de
salsa picante y una lata de chiles jalapeños para acompañar su comida.
Fue en 1962, cuando la tragedia
golpeo por primera vez a la familia Rodríguez. Durante las pruebas de practica
una prueba no puntuable para el campeonato de F1, Ricardo Rodríguez hermano
menor de Pedro y considerado toda una revelación del automovilismo mundial
pierde la vida a bordo de un Lotus 24 en el Gran Premio de México durante las
pruebas de práctica al impactarse contra un riel de protección.
El golpe emocional para Pedro fue
enorme e incluso sus allegados mencionaban que llego a considerar el retiro del
automovilismo. Pero cuando la velocidad se lleva en la sangre el instinto se
sobrepone a cualquier contratiempo en 1963 y 1964 se alzaría con el triunfo en
Competencias en Daytona. Compitió de manera irregular pero constante en la
Formula 1 para equipos como Lotus, Ferrari y Cooper-Maseratti con quien
consiguió su primer Gran Premio de Fórmula 1.
En 1968, diez años más tarde de
su debut en LeMans, Pedro conquistaría su primera victoria en el mítico
circuito a bordo de un Ford GT40 Mk-I.
Se ganó el apodo en el mundo de
las carreras de ojos de gato por su facilidad para correr durante la noche,
pero además de lo anterior, a Pedro Rodríguez lo distinguía una habilidad nata
para correr bajo lluvia.
El 11 de Julio de 1971 mientras
corría a bordo de un Ferrari 512M en las 200 millas de Norisring en Alemania,
Pedro Rodríguez de la Vega toma parte en un accidente provocado por un auto que
corría lentamente y pierde la vida.
La noticia de la muerte del mayor
de los hermanos Rodríguez, piloto y deportista destacado cimbro al país.
La crónica nacional de diarios
como Esto detalló en su momento: (sic) –¡Trágica muerte de Pedro Rodríguez!; El
piloto que diera tanto brillo al deporte nacional, se estrelló cuando su bólido
Ferrari sufrió una avería; se incendió y otro carro lo alcanzo. Fue recogido
con vida, pero falleció en el hospital-
Los hermanos Rodríguez iniciaron
una nueva casta de deportistas mexicanos, Pedro fue, por muchos años el único
piloto de carreras mexicano, el ídolo que inspiro a los que vendrían más tarde.
A 44 años de su muerte
agradecemos el legado de un hombre que condujo al lado de su hermano Ricardo a
través de los circuitos Internacionales poniendo a México en el mapa
internacional del automovilismo y al cual, aún hoy, seguimos extrañado.
¡Gracias Pedro!
Pedro Rodríguez de la Vega.
18 de Enero de 1940-11 de Julio de 1971.
Fuente: Esto-OEM