El tiempo pasa
muy rápido. Apenas sentimos que nos estamos recuperando de la impresión de la
primera Porsche Cayenne, que era un
enorme mastodonte deforme y feo, y resulta que ya hemos llegado a la
presentación de la tercera generación del Panamera.
Y como en todo buen Porsche, el Panamera presenta modificaciones de imagen tan sutiles, que solo el obsesionado ojo de un fan de Porsche puede distinguirlas sin el uso de un microscopio.