La
industria automotriz es muy singular; Un entorno altamente competitivo y sumido
en el cambio constante que ha sido sinónimo desde el inicio de sí misma de revolución
industrial y producción masiva y que sin embargo no ha dado lugar para el
anonimato total de sus héroes. Algunos elegidos se han convertido en leyenda.
Uno
de estos héroes románticos de la industria es Colin Chapman: El último
propietario de una marca y de equipo de F1 que trabajo en el diseño de sus
autos y que se mantuvo siempre trabajando en la línea de pits. Un hombre
recordado tanto por su visión de lo que un automóvil deportivo debía de ser,
como por sus triunfos en las pistas que se tradujeron en desarrollos para los vehículos
de calle de una de las marcas sino más exitosas, si más reconocidas por los
puristas del automovilismo por todo lo que representa y su línea genética directa
con la F1.